Fundador de Medicina por Europa
"Falta agilidad, falta adaptación y falta visión a largo plazo"
- Soy una persona con muchas inquietudes y con una necesidad constante de aprender y crear. Me gusta ponerme retos, moverme, salir de mi zona de confort y vivir experiencias que me hagan crecer.
Cuando llegó el momento de estudiar Medicina, tuve claro que quería algo más que una carrera universitaria: quería una formación que me preparase para entender la medicina en un contexto global. Por eso decidí irme a estudiar a Polonia el Grado de Medicina Internacional en inglés.
Aquella experiencia me cambió completamente la vida. Vivir en otro país, en otro idioma, con compañeros de más de 30 nacionalidades distintas, me hizo ver la medicina y el mundo de una forma mucho más amplia. Aprendí no solo medicina, sino también valores que creo que cualquier padre desea para sus hijos: independencia, madurez, capacidad de adaptación y una mentalidad abierta a la vida. Me formé como profesional, pero sobre todo como persona.
Hoy sé que esa decisión marcó todo lo que vino después. Sin esa etapa internacional, Medicina por Europa no existiría.
- Has conseguido que muchos jóvenes recuperen la ilusión por estudiar Medicina. ¿Qué te motivó a crear Medicina por Europa?
- Todo nació de esa experiencia internacional. Cuando vives fuera, entiendes que la educación y la medicina pueden ser muy diferentes a lo que estás acostumbrado. En otros países se apuesta mucho por la práctica clínica desde el primer año, por los idiomas, por la convivencia multicultural, y eso te convierte en un profesional mucho más completo.
Quise trasladar esa filosofía a España. Medicina por Europa nació para ofrecer a los estudiantes la posibilidad de formarse en un entorno internacional, aprender en inglés, convivir con culturas de todo el mundo y prepararse para una carrera médica sin fronteras.
El objetivo no es solo estudiar Medicina, sino vivir una experiencia que te cambie como persona.
- ¿Qué importancia crees que tiene la vocación en una profesión como la Medicina?
- La vocación es la base de todo. Es lo que te mantiene cuando las cosas se complican, cuando hay cansancio, presión o miedo.
Pero también creo que estudiar fuera refuerza esa vocación. Cuando ves cómo trabajan médicos de diferentes países, cómo se comunican con los pacientes y cómo combinan la tecnología con el trato humano, algo cambia en ti. Te inspira y te hace querer mejorar.
La vocación no se enseña en los libros: se despierta con las experiencias. Y vivirla en un entorno internacional te permite entender la medicina desde una profundidad que solo se alcanza cuando ves cómo se vive en otras culturas.
- Más que hablar de cambiarlo, creo que lo importante es evolucionarlo y adaptarlo al mundo en el que vivimos. La formación médica hoy es mucho más amplia que los libros o los exámenes; implica desarrollar habilidades humanas, aprender a comunicarse, trabajar en equipo y entender la medicina desde una perspectiva internacional.
España tiene un nivel educativo excelente, pero creo que podemos complementarlo con modelos que ya funcionan en otros países de Europa, donde se da más peso a la práctica clínica temprana, al idioma y a las competencias personales. No se trata de sustituir lo que tenemos, sino de sumar y enriquecerlo con una visión más global, que ayude a formar médicos completos, capaces de adaptarse a cualquier entorno sanitario y de conectar mejor con sus pacientes.
- En un país con déficit de médicos, ¿por qué crees que cuesta tanto adaptar el sistema a la realidad del sector sanitario?
- Porque todavía existe una mentalidad demasiado rígida y tradicional en muchos ámbitos educativos. Nos cuesta aceptar que el mundo ha cambiado y que la medicina también.
Hoy la salud es global, los avances son internacionales y los retos sanitarios no entienden de fronteras. Sin embargo, seguimos aplicando estructuras formativas del siglo pasado. Falta agilidad, falta adaptación y falta visión a largo plazo.
La experiencia internacional demuestra que cuando un país apuesta por la innovación educativa, por la práctica clínica temprana y por la formación de médicos con mentalidad abierta, los resultados son extraordinarios. Si España quiere mantener su prestigio sanitario, tiene que abrirse a ese cambio. Y en Medicina por Europa trabajamos precisamente en eso: en preparar a médicos que no solo sepan mucho, sino que también sepan pensar, comunicar y adaptarse a cualquier entorno sanitario del mundo.
- Has contado que llegaste a dormir tres horas durante meses compaginando tus estudios con tu emprendimiento. ¿Qué crees que te enseñó esa experiencia?
- Fue una locura, pero también una de las mejores etapas de mi vida. Estudiaba Medicina y al mismo tiempo estaba construyendo una empresa internacional. No había horarios, ni descanso, ni certezas.
Me enseñó a ser constante, a resistir y a confiar incluso cuando las cosas no salían como quería. Aprendí a equivocarme, a delegar y a valorar cada pequeño avance.
Mucha gente ve el resultado, pero detrás hay años de sacrificio, de dudas y de noches sin dormir. Aun así, todo ha merecido la pena. Hoy, algo que empezó en una habitación de residencia universitaria ayuda a cientos de estudiantes a cumplir su sueño.
- ¿Qué le dirías a todos esos jóvenes que quieren emprender, pero no se atreven a dar el paso?
- Que se lancen. Si esperas a tener todo claro, nunca vas a empezar.
Emprender es arriesgarse sabiendo que te vas a equivocar, pero entendiendo que cada error te hace más fuerte. Yo empecé con una idea muy pequeña y sin recursos, y cinco años después esa idea opera en más de una docena de países.
El miedo siempre está ahí, pero hay que transformarlo en impulso. Cada vez que me he arriesgado, he aprendido algo que me ha hecho crecer. Así que, a quien esté dudando, le diría: empieza. El camino se va construyendo mientras avanzas.
- Y, por último, ¿qué le pedirías al presidente del Gobierno?
- Le pediría que apueste por la educación internacional y por la sanidad de calidad.
Que impulse programas que permitan a los jóvenes formarse fuera, aprender idiomas, conocer otros sistemas sanitarios y regresar con todo ese conocimiento.
Invertir en educación y en medicina no es un gasto, es una inversión en el futuro. Cuanto más internacional sea nuestra formación, más preparado estará nuestro país para afrontar los retos del mañana.
(Newsletter España Mejor, 05-12-25)
"Falta agilidad, falta adaptación y falta visión a largo plazo"
- ¿Quién es Pablo Vega?
- Soy una persona con muchas inquietudes y con una necesidad constante de aprender y crear. Me gusta ponerme retos, moverme, salir de mi zona de confort y vivir experiencias que me hagan crecer.
Cuando llegó el momento de estudiar Medicina, tuve claro que quería algo más que una carrera universitaria: quería una formación que me preparase para entender la medicina en un contexto global. Por eso decidí irme a estudiar a Polonia el Grado de Medicina Internacional en inglés.
Aquella experiencia me cambió completamente la vida. Vivir en otro país, en otro idioma, con compañeros de más de 30 nacionalidades distintas, me hizo ver la medicina y el mundo de una forma mucho más amplia. Aprendí no solo medicina, sino también valores que creo que cualquier padre desea para sus hijos: independencia, madurez, capacidad de adaptación y una mentalidad abierta a la vida. Me formé como profesional, pero sobre todo como persona.
Hoy sé que esa decisión marcó todo lo que vino después. Sin esa etapa internacional, Medicina por Europa no existiría.
- Has conseguido que muchos jóvenes recuperen la ilusión por estudiar Medicina. ¿Qué te motivó a crear Medicina por Europa?
- Todo nació de esa experiencia internacional. Cuando vives fuera, entiendes que la educación y la medicina pueden ser muy diferentes a lo que estás acostumbrado. En otros países se apuesta mucho por la práctica clínica desde el primer año, por los idiomas, por la convivencia multicultural, y eso te convierte en un profesional mucho más completo.
Quise trasladar esa filosofía a España. Medicina por Europa nació para ofrecer a los estudiantes la posibilidad de formarse en un entorno internacional, aprender en inglés, convivir con culturas de todo el mundo y prepararse para una carrera médica sin fronteras.
El objetivo no es solo estudiar Medicina, sino vivir una experiencia que te cambie como persona.
- ¿Qué importancia crees que tiene la vocación en una profesión como la Medicina?
- La vocación es la base de todo. Es lo que te mantiene cuando las cosas se complican, cuando hay cansancio, presión o miedo.
Pero también creo que estudiar fuera refuerza esa vocación. Cuando ves cómo trabajan médicos de diferentes países, cómo se comunican con los pacientes y cómo combinan la tecnología con el trato humano, algo cambia en ti. Te inspira y te hace querer mejorar.
La vocación no se enseña en los libros: se despierta con las experiencias. Y vivirla en un entorno internacional te permite entender la medicina desde una profundidad que solo se alcanza cuando ves cómo se vive en otras culturas.
- Has criticado el modelo de acceso a Medicina en España, pero ¿qué cambios concretos propondrías para hacerlo más justo y eficaz?
- Más que hablar de cambiarlo, creo que lo importante es evolucionarlo y adaptarlo al mundo en el que vivimos. La formación médica hoy es mucho más amplia que los libros o los exámenes; implica desarrollar habilidades humanas, aprender a comunicarse, trabajar en equipo y entender la medicina desde una perspectiva internacional.
España tiene un nivel educativo excelente, pero creo que podemos complementarlo con modelos que ya funcionan en otros países de Europa, donde se da más peso a la práctica clínica temprana, al idioma y a las competencias personales. No se trata de sustituir lo que tenemos, sino de sumar y enriquecerlo con una visión más global, que ayude a formar médicos completos, capaces de adaptarse a cualquier entorno sanitario y de conectar mejor con sus pacientes.
- En un país con déficit de médicos, ¿por qué crees que cuesta tanto adaptar el sistema a la realidad del sector sanitario?
- Porque todavía existe una mentalidad demasiado rígida y tradicional en muchos ámbitos educativos. Nos cuesta aceptar que el mundo ha cambiado y que la medicina también.
Hoy la salud es global, los avances son internacionales y los retos sanitarios no entienden de fronteras. Sin embargo, seguimos aplicando estructuras formativas del siglo pasado. Falta agilidad, falta adaptación y falta visión a largo plazo.
La experiencia internacional demuestra que cuando un país apuesta por la innovación educativa, por la práctica clínica temprana y por la formación de médicos con mentalidad abierta, los resultados son extraordinarios. Si España quiere mantener su prestigio sanitario, tiene que abrirse a ese cambio. Y en Medicina por Europa trabajamos precisamente en eso: en preparar a médicos que no solo sepan mucho, sino que también sepan pensar, comunicar y adaptarse a cualquier entorno sanitario del mundo.
- Has contado que llegaste a dormir tres horas durante meses compaginando tus estudios con tu emprendimiento. ¿Qué crees que te enseñó esa experiencia?
- Fue una locura, pero también una de las mejores etapas de mi vida. Estudiaba Medicina y al mismo tiempo estaba construyendo una empresa internacional. No había horarios, ni descanso, ni certezas.
Me enseñó a ser constante, a resistir y a confiar incluso cuando las cosas no salían como quería. Aprendí a equivocarme, a delegar y a valorar cada pequeño avance.
Mucha gente ve el resultado, pero detrás hay años de sacrificio, de dudas y de noches sin dormir. Aun así, todo ha merecido la pena. Hoy, algo que empezó en una habitación de residencia universitaria ayuda a cientos de estudiantes a cumplir su sueño.
- ¿Qué le dirías a todos esos jóvenes que quieren emprender, pero no se atreven a dar el paso?
- Que se lancen. Si esperas a tener todo claro, nunca vas a empezar.
Emprender es arriesgarse sabiendo que te vas a equivocar, pero entendiendo que cada error te hace más fuerte. Yo empecé con una idea muy pequeña y sin recursos, y cinco años después esa idea opera en más de una docena de países.
El miedo siempre está ahí, pero hay que transformarlo en impulso. Cada vez que me he arriesgado, he aprendido algo que me ha hecho crecer. Así que, a quien esté dudando, le diría: empieza. El camino se va construyendo mientras avanzas.
- Y, por último, ¿qué le pedirías al presidente del Gobierno?
- Le pediría que apueste por la educación internacional y por la sanidad de calidad.
Que impulse programas que permitan a los jóvenes formarse fuera, aprender idiomas, conocer otros sistemas sanitarios y regresar con todo ese conocimiento.
Invertir en educación y en medicina no es un gasto, es una inversión en el futuro. Cuanto más internacional sea nuestra formación, más preparado estará nuestro país para afrontar los retos del mañana.
(Newsletter España Mejor, 05-12-25)